¿Dónde estás? No puedo verte…todo
está tan oscuro, hace tanto frío. Solo puedo temblar, y mi bello se eriza ante
cada ráfaga del helado viento que roza mi piel. Ando, pero no se hacia dónde,
solo oigo el viento y mis pasos. ¿Por qué no estaré en mi casa? Estoy agobiado,
quiero salir de aquí y por más que avanzo solo veo la oscuridad. ¿Cómo he
llegado aquí? No recuerdo nada y aun así parece que un esbozo de mi memoria
quiere recordarme algo. Corro y corro, pero lo único que consigo es fatigarme.
Me sentaré a descansar, sí, reposaré un poco. El suelo esta frío y húmedo, pero
mis piernas no me sostienen. Voy a hacer memoria… recuerdo, recuerdo que
estabas conmigo. Todo era tan bonito, la luz del sol calentaba nuestra piel
desnuda y las flores nos arropaban con su fragancia. El agua del rio sonaba al
caer por cada cascada de este, y yo me estremecía al notar las frías gotas en
mi piel. Tú estabas conmigo, acariciándome, sentados juntos a la orilla del
río. A mí me entró sueño… si, y cerré los ojos para poder dormir. Pero… ahora
que los he abierto ya es de noche, y tú no estás conmigo. ¿Qué puedo hacer?
Tengo miedo, ya ni oigo el agua del río correr. Parece como si todo se hubiera
detenido. Simplemente, esperaré aquí sentado, pensando en ti y cuando el sol
vuelva a aparecer por el horizonte, iré a buscarte. ¡Sí! Eso haré. Te echo
tanto de menos… solo quiero que sea de día, y poder verte, notar como tus ojos
azules se clavan en mi mirada. Oír tu risa, esa melodía que hace cantar a mi
corazón. Ahora es cuando me doy cuenta de que no es el sol quien me permite
ver, eres tú. Tú me iluminas con tu compañía. Me asusta el silencio de la
noche. Esperaré aquí, tranquilo y paciente tu llegada, para volver a tener la
luz que me permita salir de esta noche perpetua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario