miércoles, 14 de diciembre de 2011

El color de la verdad

Apagó la luz y se dispuso a dormir. A penas los párpados podían cubrir sus ojos hinchados por el llanto. "Hazte ilusiones" le habías dicho tiempo atrás, "no estaría aquí si no me importaras", "solo es un amigo". Aquel amigo había conseguido suplantarlo y ahora solo era un cero a la izquierda en tu vida, como siempre lo había sido y siempre lo será. Tener que ver como tú, la persona que más había añorado y deseado en su vida estaba con otro, hacía que de sus ojos no salieran otra cosa que lágrimas. La sonrisa que lo caracterizaba desapareció, al igual que tu relación con él y ahora tenía que afrontar un desengaño más de la vida. Mientras dormía viajaba a un mundo ideal, el mundo que plasmaba su mente, pero cuando abría los ojos volvía a la cruda realidad. Tú estabas con otro, otro que no era él y eso le creaba un sentimiento que le hacía incapaz de responder ante ningún estímulo. Solo podía mirar, mantener la mirada perdida en un horizonte que le permitía alejarse de la realidad. Allí no había nada, solo oscuridad. El color negro le otorgaba el no pensar en nada, solo oscuridad. Llegará el día en que el horizonte vuelva a ser colorido, como lo había sido mientras él era inconsciente del engaño en que estaba, el engaño en el que tú le habías sumido. Se sentía estúpido, había confiado en ti aun cuando sus propios amigos le intentaban abrir los ojos, pero él seguía aferrado a la esperanza de estar contigo.
La luz de su cuarto aún sigue apagada, pero no porque esté durmiendo, sino porque tiene miedo de encenderla y ver que todo lo sucedido ha sido realidad.

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