domingo, 5 de febrero de 2012


Dormidos quedaron mis labios,
Los suyos apenas se habían despegado
Y en el cielo, numerosas nubes,
Pintaban nuestro destino.


Cada pupila, apagada.
Cada caricia escondida,
Recelosa ante el miedo
De no ser correspondida.


La paciencia esperaba,
Mientras la incertidumbre
Hacía brotar de cada ventana,
Manantiales de fría agua.


Los segundos aletargados
Se sumaban para ser minutos,
Y estos, juntabanse para crear
La decepción en sumo grado.


Ante esto, el viento cesó,
La calma brotó de su sueño,
Mientras las hojas caduca
Enmoquetaban el pasado.


Y el futuro tembloroso,
Ante el deseo de avanzar
Dio alivio de esperanza
A aquel corazón afanoso.