sábado, 3 de marzo de 2012

La verdad de vivir

La conozco desde hace tiempo. He podido ver cómo va destruyéndome en cada persona, como me elimina llegada cierta edad. Ella hace que tengas que justificar tus actos, que tengas que cumplir con cada promesa. Pero también es capaz de atormentarte si realizas actos que no cumplen su moral. Realmente estoy asustada. Poco a poco, va retirándome de las personas. Yo, que únicamente os hago la vida más sencilla, sin preocupaciones, sin tener que responder ante los actos que realiceis ni ante las consecuencias de estos… quedo relegada a un segundo plano. Sé que mi vida es efímera, como también sé que mi muerte ha de llegar… por eso aquí estoy, esperándola… expectante a que venga por mí. Parece que oigo sus pasos, son lejanos, pero pronto serán fuertes y punzantes. Incluso puedo ver el reflejo de su voraz cuchillo. Más, ¿Qué puedo hacer? Me siento inútil. Noto como se aproxima, mi tiempo se agota, al igual que acabarán las risas, las tardes de juego y la típica frase de “son cosas de niños”. Aquí está, la oigo respirar. ¡Me ha visto! Definitivamente, este es mi fin. Percibo el frío acero sobre mi piel, punzante. Poco a poco se hunde en mi pecho. Llega mi final y ella volverá a transformar a otra persona, la hará aburrida y su vida será insulsa. Me cuesta respirar y mi corazón a penas late. Solo quiero que no me olvides, que me recuerdes y tengas presente como era tu vida conmigo. Dentro de unos años mirarás hacia atrás, cuando ella te controle por completo, y dirás “¿Porque me abandono aquel día?”. Ya me parece ver mi esquela… “Aquí yace la inocencia, rogamos una oración por su alma”.

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